Las temperaturas cálidas están próximas a finalizar y, con esto, aumentan las probabilidades de contraer enfermedades respiratorias como la influenza y el neumococo. En esta nota te contamos los síntomas que las caracterizan y cómo prevenirlas, destacando la importancia de la vacunación.
Si bien restan aún algunas semanas de temperaturas confortables, de cara al otoño hay que comenzar a planificar el año en función de la salud. Chequeos generales, estudios pendientes, alimentación balanceada y ejercicio son algunas de las recomendaciones básicas para sentirse y verse bien. Sin embargo, hay factores externos que pueden causar complicaciones evitables.
En primer lugar, la influenza o gripe es una enfermedad respiratoria aguda producida por virus de influenza A (H1N1 y H3N2) o B, que causa epidemias en todo el mundo. Se transmite por contacto con secreciones de personas infectadas a través de las gotitas que se diseminan al toser o estornudar, y de superficies u objetos contaminados con estas secreciones al tocarnos luego la boca, la nariz o los ojos. En nuestro país, el año pasado 105 personas fallecieron a raíz de este cuadro y, de los 76 casos con datos consistentes, 75% se caracterizaron por presentar factores de riesgo y no estar vacunados.
La vacunación anual contra la influenza es una importante medida de salud pública en términos de prevención. Mientras más personas se vacunen, menos podrá propagarse el virus en la comunidad.
¿Quiénes deben vacunarse?
Personal de la salud, embarazadas en cualquier momento de la gestación, todos los niños de 6 a 24 meses, niños y adultos de 2 años a 64 años con enfermedades respiratorias, cardíacas, inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, pacientes oncohematológicos y trasplantados, diabéticos, y personas con insuficiencia renal crónica en diálisis; personas mayores de 65 años, convivientes de enfermos oncohematológicos y convivientes de bebés prematuros menores de 1.5 kg.
Síntomas
La enfermedad se manifiesta con fiebre mayor a 38 ºC, escalofríos, malestar generalizado, decaimiento, congestión nasal, rinorrea, tos, estornudos, dolor de garganta, de cabeza y muscular.
¿Cómo reducir el contagio?
Frente a este cuadro, además de la vacunación para los grupos de riesgo indicados, para reducir el contagio es importante: lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón, cubrirse la boca y nariz con un pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo al toser o estornudar, desechar los pañuelos descartables inmediatamente después de usarlos, ventilar los ambientes y permitir la entrada de sol, mantener limpios picaportes y objetos de uso común, y no compartir cubiertos ni vasos.
Neumococo
Por otro lado, el neumococo es una bacteria que puede causar neumonía, meningitis o una infección del torrente sanguíneo (bacteriemia). Al igual que el virus de la influenza, se transmite de persona a persona por vía aérea y aumenta en época invernal.
En este caso, la vacunación contra neumococo tiene como propósito no sólo reducir su incidencia, sino también minimizar dificultades e índice de mortalidad, ya que en la Argentina, la neumonía es la sexta causa de muerte en general y la quinta causa en mayores de 60, en tanto que uno de cada cuatro adultos que la contrae fallece durante el primer año de recibido el diagnóstico.
Debemos hacer hincapié en la importancia de la vacunación, dado que es una gran herramienta de prevención que impide en muchos casos que se contraiga la enfermedad y en otros actúa disminuyendo la gravedad de los síntomas y evitando complicaciones serias que derivan en largas internaciones o inclusive la muerte.
¿Quiénes deben vacunarse?
Las personas que integran el grupo de riesgo son: menores de 2 años, adultos mayores de 65 años, y personas con trastornos de la inmunidad o ciertas patologías respiratorias, cardíacas, renales, entre otras. Los mayores de 65 no requieren orden médica, mientras que las personas entre 2 y 64 años con indicación de vacuna contra neumococo, sí deben presentar una orden médica que detalle el grupo de riesgo al cual pertenecen.
En nuestro país existen 2 tipos de vacunas, quedando a criterio del médico cuál corresponde según las características del paciente. Además, cualquiera de ellas se puede aplicar conjuntamente con la vacuna antigripal.
Si bien existen tratamientos antibióticos específicos para las infecciones por neumococo, la letalidad no ha variado en los últimos 50 años, por lo que se plantea la necesidad de una estrategia preventiva a través de la inmunización.